Muchas veces no vemos obligadas a complacer caprichos de nuestros hijos porque si no se molestan, pues te informamos que los caprichos deben ser algo inusual, pero esto no es siempre así. Por ello te ayudamos a descubrir cómo hacer para manejar la situación sin que se te salga de control.
Que padre no ha complacido algún capricho de su pequeño por haber obtenido buenas notas o por un buen comportamiento. Es muy normal, inclusive saludable. Que el niño reciba algo bueno e inesperado que estimule su conducta. ¿Pero el problema se presenta cuando estos caprichos se vuelven obligatorios por una actitud exigente y demandante? Si nuestros hijos se acostumbran a las recompensas o premios como algo frecuente y como nosotros los padres siempre queremos verlos felices, se puede obtener el efecto contrario. Ya que un niño consentido siempre va a querer más. Y esto puede alterar la dinámica en la familia y, resultar en un problema a futuro.
Estos caprichos tienen que ser una linda experiencia que harán que los niños salgan de la rutina, claro está debe ser algo muy esporádico y controlado. Pero cuando se nos presenta esa necesidad de querer todo y esta interfiere en el día a día, es muy conveniente tomar medidas: